Hoy ha sido la
última de cinco representaciones. La
platea del teatro ha quedado en silencio a la espera de un nuevo curso, en el
que, como ya es habitual, nueva gente llegará, otros, por su camino marcharán
y, tan solo unos pocos, seguirán en el barco del voluntariado.
Hoy, se han
apagado los micrófonos y los aplausos han quedado rebotando, reverberando, en
una sala vacía que espera nuevas emociones. Hoy, los tabiques de la nueva grada
han quedado impregnados de ilusiones, de emociones, de sonrisas, de acordes, de
versos… Hoy, han quedado esas paredes,
decoradas por los sueños…
Trabajo y más
trabajo, pero por encima de todo, ilusión desmedida. Un centenar de chicas y chicos entregados y
rostros de satisfacción inolvidables, surcos de buen hacer marcados a fuego en
el corazón de toda esa muchachada para el resto de sus vidas.
Sois
maravillosos, especiales, increíbles… Sois el almíbar del dulce, la fragancia
perfecta, el apacible despertar de un mañana que algunos niegan pero que se nos
antoja maravilloso.
Sois grandes y
tenemos que daros las gracias, por habernos hecho pasar en cada representación
momentos tan bonitos, por habernos demostrado que sabéis sacrificaros y dar lo
mejor de vosotros, por expresarnos a todos, lo buenos compañeros que sois y
sobre todo, por encima de todo, por hacernos ver que el futuro que nos espera,
de la mano de gente como vosotros, es esperanzador.
De todo
corazón, muchas gracias.
Un padre orgulloso de todos vosotr@s.
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